La popularización de la belleza ha evolucionado, junto con cambios sociales, culturales y del estilo de vida. La imagen de belleza ha sometido a una transformación inclemente del cuerpo, generando patrones de belleza corporal muchas veces no ajustados a la realidad. La propuesta de una perfección corporal ha disparado la demanda de servicios médicos y quirúrgicos, pasando por el seguimiento de dietas estrictas y rígidas rutinas de ejercicios corporales. Todo lo anterior genera expectativas no reales que muchos pacientes llevan a la consulta de Medicina Estética.
Dado que la apariencia física y la salud mental se encuentran relacionadas, es prioritario evaluar el estado emocional y mental de paciente en la consulta tomando en cuenta sus expectativas del tratamiento, complejos, miedos y fobias. Por tanto, muchas veces será necesario un tratamiento multidisciplinar junto a Psicología/Psiquiatría.
Como datos interesantes, puede mencionarse que el estrés psicológico suele ser un factor de exacerbación del acné; en un estudio realizado, el 77% de los pacientes señalaron que el estrés y la fatiga eran factores precipitantes en la urticaria.
El trastorno dismórfico corporal es una entidad que describe la preocupación por un defecto imaginario en la apariencia o una ansiedad desproporcionada ante una ligera deformidad, que produce marcado sufrimiento y suscita deficiencias en el desempeño social, familiar y laboral.
En conclusión, en algunos casos el médico estético debe contraindicar en pacientes seleccionados cualquier tratamiento hasta que no sean valorados y tratados por especialistas, con un tratamiento multidisciplinario oportuno, que ofrezca eficacia y seguridad a los mismos.
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