
CAMBIOS FACIALES RELACIONADOS CON EL ENVEJECIMIENTO.
Con el envejecimiento, los cambios faciales pierden volumen, se retraen y dejan espacios vacíos. Estos cambios son más evidentes en el área media de la cara, el maxilar superior y la región inferior de los rebordes orbitarios.
El aspecto de la piel (color, textura, grosor, etc.) está condicionado tanto por factores intrínsecos (factor genético o hereditario) como extrínsecos o externos (rayos solares, tabaco, alimentación y estilo de vida en general). Se produce así un fenómeno de degeneración dérmica conocido como ‘elastosis’ (atrofia de la dermis y pérdida de elasticidad cutánea), que unido a la fuerza de la gravedad tendrá como consecuencia la aparición de los signos típicos del envejecimiento.
Además, con el envejecimiento la grasa subcutánea varía de grosor y localización: se produce un acúmulo y descenso a nivel submentoniano (papada) y de los tejidos de la mejilla y parte inferior de la cara (aumento de los surcos nasogenianos).
La papada también se ve acentuada por cambios en la inserción del músculo platisma del cuello. Este músculo también puede acortarse, produciendo unas ‘cuerdas verticales’ que aparecen en el cuello con el proceso mencionado.
La contracción de los músculos faciales a largo plazo ocasiona lesiones como las llamadas ‘patas de gallo’, ‘código de barras’ encima del labio superior y ‘surcos de marioneta’.
El objetivo de la Medicina Estética debe ser la de mejorar estos cambios naturales del proceso de envejecer, atenuándolos en mayor medida y retardando su aparición.